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domingo, 25 de mayo de 2014

Los indígenas que dejaron perplejos a los alemanes en la Primera Guerra Mundial

Los indígenas que dejaron perplejos a los alemanes en la Primera Guerra Mundial

Integrantes del escuadrón telefónico choctaw
Los soldados hablaban muy poco de su experiencia como locutores de claves.
Es una ironía que probablemente no pasó desapercibida por los soldados de la tribu choctaw que peleaban en la llamada Gran Guerra. Mientras que los niños de la tribu eran azotados por hablar su lengua nativa en las escuelas de Oklahoma, en los campos de batalla de Francia su lenguaje era la solución para un enorme problema.
En el otoño de 1918, tropas estadounidenses participaron en la ofensiva de Meuse-Argonne, en el frente occidental. Era una de las mayores operaciones de soldados estadounidenses en guerra, pero las comunicaciones en el campo estaban en peligro. Los alemanes habían logrado pinchar las líneas telefónicas, estaban descifrando los códios y capturando repetidamente a los mensajeros enviados a entregar instrucciones directamente.
"Era un problema muy grande, y no sabían cómo resolverlo", le dice a la BBC Matt Reed, curador de colecciones amerindias del Centro Histórico de Oklahoma, sede de la Sociedad Histórica de Oklahoma.
Fue entonces que se toparon con la solución por casualidad: una conversación entre dos soldados choctaw en el 142do. Regimento de Infantería. Los hombres estaban charlando cuando un capitán se acercó y les preguntó qué idioma estaban hablando. Dándose cuenta del potencial para comunicaciones, les preguntó si otros soldados hablaban la lengua entre la tropa.
En efecto, había soldados choctaw en los cuarteles generales. Usando un teléfono de campo, el capitán hizo que los hombres transmitieran un mensaje en su lengua nativa, que sus colegas tradujeron rápidamente al ingles. Así nació el escuadrón telefónico choctaw. Y así nacieron los "locutores de claves".

Idioma de pocos

"Usar el lenguaje choctaw tenía unas enormes ventajas", afirma William Meadows de la Universidad Estatal de Misouri, el único académico que ha estudiado y escrito extensamente sobre los locutores de claves choctaw. "Era una lengua prácticamente desconocida. Sólo unas pocas tribus amerindias tenían poblaciones superiores a 20.000 personas, y en la mayoría de los casos no había registros escritos. Y lo que había era sólo la Biblia y unos himnos, que se usaban localmente".

El escuadrón telefónico choctaw

Memorándum del comandante de la 142da División de Infantería, coronel A. W. Bloor, a los cuarteles de división, 23 de enero de 1919.
Se reconoció que, de los diferentes métodos de enlace, el teléfono presentaba las mayores posibilidades (...). Se sabía, sin embargo, que los alemanes eran maestros en el arte de "escuchar" (...). Estábamos seguros de que el enemigo sabía demasiado. En consecuencia, era necesario codificar cada mensaje importante, y codificar y decodificar tomaba un tiempo valioso.
El regimiento poseía una compañía de indígenas (...) Las posibilidades eran de una en un millón de que Fritz pudiera traducir estos dialectos, y el plan de hacer que estos indígenas transmitieran mensajes telefónicos fue adoptado.
Los indígenas fueron utilizados repetidamente en preparación para el asalto a Forest Farm (...) La total sorpresa del enemigo evidenció que no pudieron descifrar los mensajes.
Fuente: Nación choctaw de Oklahoma.
El escuadrón fue puesto en acción casi inmediatamente. En cuestión de horas, ocho soldados que hablaban choctaw fueron despachados a posiciones estratégicas. Ellos fueron fundamentales para las tropas estadounidenses en varias batallas, le cuenta Meadows a la BBC.
Incluso si los alemanes estaban escuchando, no podían entender. Además era la manera más rápida de codificar y decodificar información, más rápida que cualquier máquina, lo cual le dio a las tropas estadounidenses una ventaja crucial sobre el enemigo.
"La lengua dejó pasmados a los alemanes", dice Reed, quien añade que entonces comenzaron a circular teorías extrañas acerca de cómo se producían sus sonidos. "Se dice que creían que Estados Unidos había inventado un artilugio para hablar debajo del agua".
El dialecto choctaw no incluía muchos términos militares, así que se crearon expresiones en código. Las armas automáticas eran "las pequeñas armas que disparan rápido" y los batallones eran identificados por el número de granos en una mazorca de maíz. Esto creó un "código dentro del código" e hizo el lenguaje aún más impenetrable, explica Meadows.
En total, 19 soldados choctaw fueron reclutados para el escuadrón telefónico. Venían de los Regimientos de Infantería 141ro., 142do. y 143ro. Muchos se conocían desde Oklahoma. Otras tribus amerindias serían empleadas de la misma manera después, entre ellas la comanche.
La ofensiva de Meuse-Argonne terminó siendo parte de la campaña final de los aliados en el Frente Occidental, pero el trabajo de los choctaw determinaría las comunicaciones militares en conflictos subsiguientes. Los locutores de claves navajo y comache de la II Guerra Mundial están entre los más distinguidos.

Indescifrados hasta ahora

En ambas guerras se utilizaron dos tipos de locutores de claves de esta naturaleza, señala Meadows, quien es autor del libro "Los locutores de claves comanches de la Segunda Guerra Mundial". Los primeros utilizaron términos militares especiales recreados en su lengua nativa; los segundos, sólo el vocabulario nativo existente. Se cree que ninguno de los lenguajes o códigos utilizados fueron jamás descifrados por el enemigo, según añade el especialista.
Familiar de uno de los veteranos choctaw
Los familiares lucharon por reconocimiento para los soldados choctaw.
"La idea de hablar en código usando lenguas originarias fue copiada una y otra vez, pero podría no haber ocurrido nunca de no haber sido por los choctaw", dice Nuchi Nashoba, presidente de la Asociación de Locutores en Clave Choctaw. Su bisuabuelo, Ben Carterby, fue uno de los hombres que participó en la primera prueba que se hizo para enviar un mensaje al Frente Occidental.
"Fueron los locutores de claves originales y siempre serán una fuente de inmenso orgullo para nuestra tribu".
Pero, al mismo tiempo, la lengua choctaw se encontraba bajo enorme presión en Estados Unidos. En esa época estaba en boga la idea de la asimilación cultural. Los intentos del gobierno de "civilizar" a los amerindios involucraban meter a los niños en internados estatales, donde con frecuencia se los reprendía por hablar su lengua nativa.
"Había una situación descabellada en la que el lenguaje choctaw estaba siendo utilizado como un arma de guerra formidable, mientras que en casa los niños eran golpeados por usarlo", dice Judy Allen, funcionaria de relaciones tribales con la Nación Choctaw de Oklahoma. "Los dos soldados a los que un oficial oyó hablando choctaw probablemente creyeron que estaban en problemas cuando se les acercó, en vez de que estaban a punto de ofrecer la solución a los problemas de comunicación del ejército".
Como otras tribus, el modo de vida de los choctaw se encontraba amenazado. Poco más que una generación antes, habían sido retirados a la fuerza de su tierra ancestral. Bajo una ley de 1830, fueron sacados de áreas alrededor de Misisipi hacia lo que hoy es Oklahoma. Se le conoce como el "Camino de las lágrimas": de unos 12.000 choctaws que fueron trasladados, unos 2.500 murieron de hambre, enfermedad y agotamiento.
Pero cuando el gobierno los necesitó, ellos respondieron, dice Meadows. "Los soldados choctaw fueron increíblemente gentiles y dispuestos a compartir su lengua. No tenían que hacerlo, pero lo hicieron. Tenían algo que era único y estaban increíblemente orgullosos de ello".

Sin hacer alarde

A nivel nacional, los amerindios no obtuvieron la nacionalidad estadounidense hasta 1924, años después de que terminara la Primera Guerra Mundial, aún cuando más de 12.000 de ellos habían peleado en el frente de batalla, de acuerdo con el Museo Nacional de Indios Americanos. Se ofrecieron como voluntarios para luchar porque defender a su pueblo y su tierra era parte de su cultura y su tradición.
Himnos en choctaw
Había pocos registros escritos en choctaw: apenas la Biblia 
y algunos himnos.
"Era una extensión del rol tradicional de guerrero", dice Reed. "Los hombes protegían y proveían para aquellos que no podían hacerlo por sí mismos o no se esperaba que lo hicieran. Es parte de lo que significa ser hombre y ser líder. Los guerreros eran tratados con el mayor de los respetos por sus comunidades. Era lo mismo con los veteranos; aún es así hoy en día".
Todos los miembros del escuadrón teléfonico regresaron a casa con sus familias, dice Meadows. Por décadas, su papel como locutores de claves era prácticamente desconocido fuera de la tribu y sus esfuerzos pasaron sin ser reconocidos. En algunos casos, sus propias esposas y familiares sabían muy poco del asunto.
"Los choctaw no creen en hablar de sus propios logros; es cosa de otros alabarlos", dice Nashoba. "Los locutores de clave no contaban muchas historias de sí mismos. Consideraban lo que habían hecho como su deber. Cuando mi bisuabuelo fue entrevistado por una publicación local cuando regresó de la guerra, simplemente dijo 'fui a Francia, vie el país y regresé vivo'. Sólo eso".
También era un tema delicado para el gobierno. Habría sido difícil explicar que la misma lengua que estaban tratando de erradicar en Estados Unidos había sido fundamental para las comunicaciones en el campo de batalla. El buró de Asuntos Indios y el gobierno no recalcaron su uso, dice Meadows. Además, los líderes militares también se dieron cuenta del potencial que había en usar lenguas nativas y no querían que la estrategia se diera a conocer.
"Aunque los locutores de claves navajos de la Segunda Guerra Mundial fueron objeto de atención pública cuando su código fue desclasificado en 1968 y recibieron reconocimiento del Congreso y medallas de plata en 2001, todos los demás locutores de claves siguieron sin ser reconocidos a nivel federal", dice Meadows.

Reconocimiento, al fin

Pero la atención que recibieron los navajos pronto despertó el interés por los choctaw. Familiares de los hombres y la tribu reunieron la información que pudieron con un puñado de documentos existentes y con los relatos de los pocos veteranos que estaban vivos. Trabajaron duro e hicieron campaña junto con otras tribus para que se reconociera el trabajo de sus hombres.
En 1989, el gobierno francés les otorgó la Orden Nacional al Mérito en forma póstuma a los locutores de claves choctaw de la I y de la II Guerra Mundial, así como a los locutores de claves comanches de la Segunda Guerra Mundial.
Un veterano con su familia
Los choctaw enfrentaban una contradicción: su lengua era valiosa en la guerra y castigada en casa.
Pero no fue hasta 2008 que la Ley de Reconocimiento de Locutores de Claves fue aprobada en el Congreso, rindiendo homenaje a cientos de locutores de claves de diferentes tribus que habían sido ignorados, incluidos los choctaw. Finalmente, en noviembre del año pasado, cada gobierno tribal recibió medallas de oro del Congreso, la distinción civil de más alto nivel en Estados Unidos. Llevaban grabado un diseño exclusivo que representaba a su tribu. Las familias de cada locutor de claves recibió una versión similar en plata.
En la ceremonia, el senador Harry Reid dijo: "En la hora de mayor necesidad de esta nación, los lenguajes nativos americanos demostraron tener un gran valor. El gobierno de Estados Unidos recurrió a la gente y a la lengua que había tratado de erradicar".
Fue un momento agridulce, dice Nashoba. "Los locutores de claves originales nunca llegaron a ver el día (en que se reconoció su trabajo) y muchos de sus familiares, que habían hecho tanta campaña por ellos, también habían muerto. Pero también fue un momento increíble, no puedo expresar con palabras la alegría y el orgullo que sentí. Esos hombres merecían ser honrados".
Nadie podría haber adivinado que una conversación escuchada por casualidad terminara siendo tan significativa, dice Meadows. "A veces las grandes cosas ocurren por accidente".

lunes, 14 de abril de 2014

Los diez inventos revolucionarios que dejó la Primera Guerra Mundial

Los diez inventos revolucionarios que dejó la Primera Guerra Mundial

Diez inventos de la Primera Guerra Mundial
Diez inventos de la Primera Guerra Mundial que cambiaron nuestras vidas
La Primera Guerra Mundial dejó desolación y destrucción pero, durante el conflicto que asoló Europa entre 1914 y 1918, se crearon también algunos ingenios que sobrevivieron a la contienda y que aún utilizamos hoy a diario. BBC selecciona los diez inventos más exitosos de la Gran Guerra.

1. Toallas sanitarias

Un material llamado ‘celucotton’ ya había sido inventado por la pequeña empresa estadounidense Kimberly-Clark (C-K) antes de que la guerra estallara.
El responsable de investigaciones de esa firma, Ernst Mahler, y su vicepresidente, James C. Kimberly, habían hecho un recorrido por las plantas de pasta de papel en Alemania, Austria y Escandinavia en 1914. Allí descubrieron un material cinco veces más absorbente que el algodón y que, producido en grandes cantidades, se podía fabricar por la mitad de precio.
Por eso se lo llevaron de vuelta a Estados Unidos para comercializarlo.
Cuando Estados Unidos entró en la guerra en 1917 comenzaron a producir el forro de algodón para la vestimenta de los profesionales sanitarios, a un ritmo de unos 150 metros por minuto.
Pero las enfermeras de la Cruz Roja en el campo de batalla se dieron cuenta de que ese material tenía otro posible uso durante su menstruación.
Este uso no oficial fue lo que, finalmente, forjó la fortuna de aquella compañía.

a¡anuncio toallas sanitarias
En 1920 nacieron en Winsconsin las toallas sanitarias.
“El final de la guerra en 1918 trajo como consecuencia una suspensión temporal del negocio de algodón de K-C porque sus principales clientes –el ejército y la Cruz Roja- ya no necesitaban sus productos”, asegura la compañía, que aún existe.
Por eso recompró el excedente al ejército para crear un nuevo mercado.
“Después de dos años de estudio intensivo, experimentos y pruebas de mercado, el equipo K-C creó una toallita sanitaria hecha de ‘celucotton’ y gasas finas.
“En 1920 dentro de una pequeña estructura de madera en la ciudad de Neenah, Wisconsin, las empleadas de la empresa comenzaron a producir las toallas sanitarias a mano”, según informa hoy la empresa.
El nuevo producto, llamado Kotex (la abreviatura de “cotton texture”, textura de algodón en inglés), se vendió por primera vez al público en octubre de 1920, menos de dos años después del armisticio.

2. …y pañuelos de papel

Poner en el mercado las toallas sanitarias era una tarea complicada, en parte porque las mujeres eran reticentes a comprar el producto de manos de los hombres que atendían en los comercios.
La empresa propuso a esos negocios que les permitieran comprarlas, sencillamente, poniendo el dinero en una caja. Las ventas de Kotex se elevaron después de esta iniciativa, pero no tanto como Kimberly-Clark pretendía.
Así que la empresa buscó un nuevo uso para el mismo material.
A principios de 1920, C.A “Bert” Fourness tuvo la idea de planchar el material de la celulosa para hacer un pañuelo suave y fino. Tras mucha experimentación, el famoso “Kleenex” nació en 1924.

3. Lámparas solares

Un niño siendo sometido a una lámpara solar en 1920.
En el invierno de 1918 se estimaba que la mitad de los niños en Berlín sufrían de raquitismo, una enfermedad en la que los huesos se reblandecen y se deforman. Por entonces, la causa exacta era desconocida aunque se asociaba a la pobreza.
Un doctor de la ciudad, Kurt Huldschinsky, notó que sus pacientes estaban muy pálidos.
Decidió llevar a cabo un experimento en cuatro de ellos. Les aplicó lámparas de cuarzo y mercurio que emitían luz ultravioleta.
Con el paso del tiempo Hudschinsky notó que los huesos de sus jóvenes pacientes se hacían más fuertes. En mayo de 1919, cuando llegó el sol del verano, les puso también a tomar el sol en la terraza.
Cuando fueron publicados, los resultados de su experimento se acogieron con gran entusiasmo.
Muchos niños de toda Alemania fueron tratados con luz. En Dresden, los servicios sanitarios infantiles lograron incluso desmantelar las luces de la calle para que reciclaran en lámparas para el tratamiento de los niños.
Más tarde la ciencia conoció que la vitamina D es necesaria para la creación del hueso con calcio y este proceso se estimula con la luz ultravioleta.

4.Cambio de hora

relojes
Alemania fue el primer país que instauró el cambio de hora para ahorrar carbón durante la guerra.
La idea de atrasar los relojes en primavera y adelantarlos en otoño no era nueva cuando comenzó la Primera Guerra Mundial. Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, lo había sugerido en una carta al diario Journal de París en 1784.
Se desperdiciaban muchas velas en las noches de verano porque el sol se ponía antes de que las personas se fueran a dormir, explicaba en la misiva. Además, la luz del sol no se aprovechaba en las primeras horas de la mañana porque la gente aún dormía.
Ideas similares fueron expuestas en Nueva Zelanda en 1895 y en Reino Unido en 1909, pero no dieron resultados concretos.
La Primera Guerra Mundial fue un acicate para ese cambio. Al enfrentar una severa escasez de carbón, las autoridades alemanas decretaron que el 30 de Abril de 1916 todos los relojes que marcaban las 23:00 deberían de dar las 24:00. Así se aseguraba una hora más de luz a la mañana siguiente.
Lo que comenzó en Alemania como una idea para ahorrar carbón para calefacción y luz se extendió rápidamente a otros países.
En Reino Unido la idea se puso en pie solo tres semanas más tarde, el 21 de mayo de 1916. El 19 de marzo de 1918 el Congreso de Estados Unidos estableció distintos husos horarios.
Una vez la guerra hubo terminado, la iniciativa fue abandonada pero sus beneficios ya eran conocidos y en los años posteriores se volvió a implantar.

5. Bolsas o “bombas” de té

Un comerciante de té estadounidense comenzó a mandarlo a sus clientes en pequeñas bolsas en 1908.
Las bolsas de té no se inventaron para resolver ningún problema derivado de la guerra. Fue un comerciante de té estadounidense quien, en 1908, comenzó a mandar té en pequeñas bolsas a sus clientes.
Fueron ellos quienes, sea por accidente o por el diseño, decidieron introducir las bolsas en el agua…y el resto es historia. Esa es la explicación que da la industria.
Una compañía francesa, Teekanne, copió aquella idea en tiempo de guerra. La desarrolló para proporcionar a las tropas té en pequeñas bolsas de algodón. Las llamaban “bombas de té”.

6. El reloj de pulsera

reloj de pulsera
Los relojes de pulsera no fueron inventados en la Primera Guerra Mundial pero su uso se disparó.
No es cierto que los relojes de pulsera fueran inventados específicamente para la Primera Guerra Mundial, sin embargo su uso creció exponencialmente durante este periodo histórico. Después de la guerra era la manera más común de dar la hora.
Hasta finales del siglo XIX y principios del XX los hombres que necesitaban saber la hora y los que tenían el dinero suficiente para poder comprar un reloj, lo utilizaban de bolsillo. Por algún motivo fueron las mujeres las pioneras. La reina Isabel I de Inglaterra tenía un pequeño reloj que se adhería a su brazo.
El tiempo adquirió mayor importancia en la guerra, por ejemplo para sincronizar la hora de los bombardeos. Así, los fabricantes desarrollaron relojes que dejaran las manos libres a las tropas en el candor de la batalla.
Los aviadores también necesitaban ambas manos libres…y así, ellos también tuvieron que tirar por la borda el reloj de bolsillo.
La empresa H. Williamson, que hacía relojes en Coventry, Inglaterra, anotó en su informe anual de 1916: “Se dice que uno de cada cuatro soldados utiliza reloj de pulsera y los otros tres quieren adquirir uno lo antes posible”.

7. Salchichas vegetarianas...o "salchichas de la paz"

salchichas vegetarianas
Las salchichas vegetarianas fueron inventadas por Konrad Adenauer, el primer canciller de la República Federal Alemana.
Uno podría pensar que las salchichas de soja fueron inventadas por algún hippy, probablemente en los años 60 en California. Pero no. Las salchichas de soja fueron idea del primer canciller de la República Federal Alemana después de la Segunda Guerra Mundial.
Durante la Primera Guerra Mundial Adenauer era alcalde de Colonia y cuando el bloqueo británico se impuso sobre Alemania el hambre comenzó a pesar en la ciudad. Adenauer tenía una mente ingeniosa e investigó maneras de sustituir los productos que faltaban, como carne, por otros de los que no había tanta escasez.
Comenzó utilizando una mezcla de harina de arroz, cebada y harina de maíz para hacer pan y así sustituir al trigo.
Después de su pan experimental continuó en búsqueda de una nueva salchicha sin carne. Así se logró la de soja, que fue conocida como “la salchicha de la paz”.
Adenauer solicitó obtener una patente de su nuevo alimento en la Oficina Imperial de Patentes en Alemania pero le fue denegada.
Al parecer el contenido de la salchicha era contrario a la regulación alemana para este producto, o sea, si no contenía carne no se le podía considerar salchicha.
Tuvo más suerte al intentarlo en Reino Unido, enemigo de Alemania en aquel tiempo. El Rey Jorge V le dio la patente de la salchicha de soja el 26 de junio de 1918.

8. Cremalleras

Desde mediados del siglo XIX varias personas habían estado trabajando en varias combinaciones de ganchos, broches y hebillas para lograr un cierre rápido y fluido de las prendas de ropa que aislara del frío.
Fue Gideon Sundback, un sueco que emigró a Estados Unidos, quien dio con la actual fórmula de la cremallera.
Se convirtió en el diseñador jefe de la compañía Universal Fastener Company y concibió el “cierre sin anclaje”.
El ejército estadounidense los incorporó a sus uniformes y botas, especialmente para las de la marina. Después de la guerra fueron los civiles quienes tomaron este testigo y lo generalizaron en su vestimenta.

9. Acero inoxidable

tanque primera guerra mundial
El acero inoxidable es uno de los inventos que el mundo heredó de la Primera Guerra Mundial.
Harry Bearley, de Sheffield, Inglaterra, es el responsable de la invención del acero que no se corrompe. Según aparece en los archivos de esa ciudad “en 1913, Harry Brearley desarrolló lo que es considerado el primer acero sin óxido, un producto que revolucionó la industria metalúrgica y se convirtió en uno de los mayores componentes del mundo moderno.
El ejército británico estaba intentando encontrar un metal mejor para sus armas. El problema era que los cañones de esas armas se deformaban después de varios disparos por la fricción y el calor de las balas.
El ejército le pidió Brearley, que era metalúrgico en una empresa local, que encontrara una solución a este problema y con aleaciones más duras.
La leyenda dice que después de probar a añadir cromo al acero Bearley desechó algunos de sus experimentos por considerarlos fracasos. Los echó, literalmente, al montón de la chatarra.
El metalúrgico notó que después de un tiempo esos experimentos no se habían oxidado.
Había descubierto el secreto del acero inoxidable. Durante la Primera Guerra Mundial fue utilizado en algunos de los nuevos motores aéreos. Luego se generalizó en el uso de cubertería y material quirúrgico del que muchos hospitales dependen.

10. Comunicación con los pilotos

Torre de control de un aeropuerto.
Antes de la Primera Guerra Mundial los pilotos no tenían modo de comunicarse ente ellos o con tierra.
Al comenzar la Gran Guerra los ejércitos aún necesitaban de cables para hablar entre sí, pero estos eran a menudo cortados por la artillería o los tanques.
Modos alternativos de comunicación como corredores, banderas y palomas mensajeras fueron utilizadas pero no resultaron ser útiles.
Los aviadores tenían que confiar en gestos y gritos...era necesario encontrar una solución. La comunicación sin cables era la respuesta.
La tecnología por radio estaba ya en funcionamiento pero tenía que ser desarrollada y esto sucedió durante la Primera Guerra Mundial.
Para finales de 1916 se tomaron pasos decisivos. “Los primeros intentos para incluir teléfonos en los aviones tuvieron que ser descartados por el ruido de fondo.
Este problema fue resuelto inventando un casco en el que se instalaron los auriculares con un micrófono, que bloquea la mayoría del ruido.

domingo, 26 de enero de 2014

Cinco grandes mitos sobre la Primera Guerra Mundial

Cinco grandes mitos sobre la Primera Guerra Mundial

Ninguna guerra en la historia atrae más controversia y genera más mitos que la Primera Guerra Mundial.
Mucho de lo que pensamos que sabemos del conflicto que tuvo lugar entre 1914 y 1918 es errado.
Para los soldados que lucharon fue, en algunos aspectos, mejor que enfrentamientos anteriores y, en otros, peor.
Pero resaltarla como excepcionalmente horrible nos deja ciegos no sólo a la realidad de ese conflicto sino también a la de la guerra en general.
También nos puede llevar a aminorar la experiencia de soldados y civiles atrapados en otros innumerables combates de ayer y hoy.

1. Fue la guerra más sangrienta en la historia hasta ese momento

Soldados cargando herido
Cincuenta años antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, el sur de China fue destrozado por un conflicto aún más sangriento.
Estimados conservadores del número de muertos en los 14 años de la rebelión de Taiping empiezan entre los 20 y 30 millones de personas.
Unos 17 millones de soldados y civiles perdieron la vida en la Primera Guerra Mundial.

2. Nadie ganó

En las trincheras
Grandes extensiones de Europa quedaron en ruinas, millones murieron o fueron heridos. Los sobrevivientes vivieron con severos traumas mentales. Es raro hablar de victorias.
No obstante, en un obtuso sentido militar, Reino Unido y sus aliados lograron una victoria convincente.
Los buques de guerra alemanes fueron contenidos por la Armada Real al punto que sus tripulaciones prefirieron amotinarse en vez de lanzar un ataque suicida contra la flota británica.
El ejército alemán colapsó tras una serie de poderosos golpes de los aliados que segaron sus supuestamente inexpugnables defensas.
Para finales de septiembre de 1918, el emperador alemán y su autor intelectual militar Erich Ludendorff admitieron que no había ninguna esperanza de ganar y que Alemania debía rogar por paz. El armisticio del 11 de noviembre fue esencialmente una rendición alemana.
A diferencia de Adolf Hitler en 1945, el gobierno alemán no insistió en mantener una lucha inútil y sin sentido hasta que los aliados llegaran a Berlín, una decisión que salvó innumerables vidas pero que sirvió luego para alegar que Alemania nunca perdió realmente.

3. El tratado de Versalles fue extremadamente duro

Tratado de Versalles
El tratado de Versalles confiscó 10% del territorio de Alemania pero le dejó como la nación más grande y rica de Europa central.
No había casi fuerzas de ocupación, las reparaciones financieras fueron vinculadas a su habilidad de pagar y, en todo caso, en su mayoría no fueron reclamadas.
El tratado era marcadamente menos duro que los que le pusieron punto final a la Guerra franco-prusiana de 1870-71 y la Segunda Guerra Mundial.
Los alemanes victoriosos en la franco-prusiana anexaron grandes trozos de dos ricas provincias francesas, en las que se producía el hierro francés. Además, le pasaron a París una enorme cuenta de cobro para pagar inmediatamente.
Respecto al final de la II Guerra Mundial, Alemania fue ocupada, dividida, las maquinarias de sus fábricas destrozadas o robadas y millones de prisioneros fueron forzados a quedarse con sus captores y trabajar como esclavos.
Alemania perdió todo el territorio que había ganado en la Primera Guerra Mundial y otro pedazo gigante encima de eso.
Versalles no fue un tratado duro pero fue presentado como tal por Hitler, que buscaba crear una ola de sentimiento en contra del acuerdo que le impulsara hacia el poder.

4. Las tácticas en el Frente Occidental no cambiaron a pesar de repetidos fracasos

Nunca han cambiado las tácticas y tecnología tan radicalmente en cuatro años de lucha.
Fue un momento de innovación extraordinaria.
Generales a caballo
Al principio de la guerra, los generales andaban a caballo y los tanques no eran más que dibujos.
En 1914, los generales galopaban a caballo a través de los campos de batalla mientras que hombres con casquetes de paño se abalanzaban contra el enemigo sin las defensas necesarias. Ambas partes estaban armadas más que todo con rifles.
Cuatro años más tarde, equipos de combate con cascos de acero avanzaban protegidos por cortinas de proyectiles de artillería.
Estaban armados con lanzallamas, metralletas portátiles y granadas que se disparaban con rifles.
Arriba, aviones, que en 1914 habrían sido inimaginablemente sofisticados, surcaban el cielo, algunos cargando radios experimentales y reportando en vivo.
Enormes piezas de artillería disparaban con precisión, pues usando tan sólo fotos aéreas y matemáticas lograban dar en el blanco con un sólo tiro.
Los tanques habían pasado de la mesa de diseño al campo de batalla en sólo dos años, cambiando la guerra para siempre.

5. Todo el mundo la odió

Soldados alemanes
Como con cualquier guerra, depende de la suerte.
Puede ser que uno sea víctima de horrores inimaginables que lo dejan mental y físicamente incapacitado de por vida, o que no le pase nada.
Los soldados que tuvieron suerte en la Primera Guerra Mundial, no participaron en ninguna gran ofensiva y la mayor parte del tiempo estaban en mejores condiciones que en casa.
Los británicos, por ejemplo, comían carne todos los días -un lujo que no se repetía mucho en la vida civil-, tenían cigarrillos, té y ron, y una dieta diaria de más de 4.000 calorías.
Los índices de absentismo debido a enfermedades, un barómetro importante de la moral de las unidades, se mantuvieron -notablemente- casi iguales que en tiempos de paz.
Muchos jóvenes disfrutaron de los salarios garantizados, la intensa camaradería, la responsabilidad y una libertad sexual más grande que en tiempos de paz.