viernes, 30 de octubre de 2015

Las 5 selecciones más dominantes en la historia del deporte

Las 5 selecciones más dominantes en la historia del deporte

Redacción
BBC Mundo

En los últimos cuatro años los All Blacks solo han perdido tres partidos, uno de ellos ante Australia en el mes de agosto.

"Estoy seguro que los All Blacks se preparan siempre para arrancarnos la cabeza".

La frase es de Heyneke Meyer, el técnico de la selección sudafricana de rugby, hablando de quien fue su rival en la semifinal del Mundial de Rugby que se disputó la semana anterior: la selección de Nueva Zelanda, conocidos comos los All Blacks.

Que los All Blacks sean considerados uno de los mejores equipos del rugby no es novedad.

Lo que sí parece quedar en evidencia tras su paso por este Mundial es que el equipo que disputará este sábado la final –ante Australia y por jugarse en Twickenham, catedral del rugby– es tal vez el mejor de toda la historia de los All Blacks.

Y los números parecen confirmarlo: el equipo conocido por erizar la piel al comienzo de cada partido con la danza del "haka" tiene un 76% de victorias, lo que refleja su poder dominante

La supremacía neozelandesa se ha acentuado desde que ganó el Mundial de Rugby en 2011.

En los últimos cuatro años, los All Blacks han ganado 47 de los 52 partidos que han disputado (89%) y sólo han perdido tres veces: ante Inglaterra en 2012, Sudáfrica en 2014 y Australia en agosto de este año.

Y de llegar a coronarse campeones este sábado sería la primera selección en ganar el torneo de forma consecutiva.

"Estos All Blacks son el mejor equipo de la historia", sentenció Meyer.

Inspirados por los All Blacks, en BBC Mundo quisimos indagar sobre algunos de los equipos que fueron reyes y señores de sus disciplinas a lo largo de la historia del deporte.

El "Dream Team" de basquetbol

Si existe un equipo que tenga un paralelo con los All Blacks en el mundo es la selección de basquetbol de Estados Unidos, que muchos llaman el "Dream Team" (Equipo de ensueño).


Desde la autorización de jugadores profesionales de la liga profesional (NBA, por sus siglas en inglés) en los Juegos Olímpicos de 1992, Estados Unidos ha mostrado su poderío ganando cinco medallas doradas: Barcelona, Atlanta, Sidney, Pekín y Londres.

También se ha quedado con los mundiales de 2010 y 2014.

Y aunque por el equipo han pasado grandes jugadores como Lebron James, Shaquille O’Neal o Dwyane Wade, fue la selección de 1992 la que es considerada como el real "Dream Team".

La alineación titular es considerada una de las mejores combinaciones deportivas de la historia: el escolta de los Chicago Bulls, Michael Jordan, el base de Los Angeles Lakers, Earvin "Magic" Jonhson, el alero de los Boston Celtics, Larry Bird, el ala de los Jazz de Utah, Karl Malone, y el ala de los Suns de Phoenix, Charles Barkley.

El scratch brasileño

El fútbol lo inventaron los ingleses, pero lo bailan los brasileños.

Aunque la selección "verdeamarela" no ha tenido un dominio tan claro como los All Blacks o el Dream Team, ha sido el equipo más regular en la historia del fútbol.

Ha sido la única selección en ganar cinco Mundiales: 1958, 1962, 1970, 1994 y 2002.

Y en cuestión de títulos, el único que le falta conseguir es el torneo olímpico.

Pero si hablamos de dominio y perfección tendremos que referirnos a la selección de 1970, el llamado "scratch de oro", conformado por una nómina de lujo liderada por el que es considerado por muchos el mejor jugador de la historia, Pelé.

Aquel equipo, que tuvo un rendimiento del 100% en México, también tenía figuras como Jarzinho, Gerson, Tostao y el capitán Carlos Alberto.

La "Máquina Roja"

Nunca el poder de la Unión Soviética fue tan absoluto en alguna superficie como en el hielo.


Y en especial con su selección de hockey.

Desde su creación en 1952, ese equipo, apodado la "Máquina Roja", ganó 22 mundiales de los 34 que disputó, pero su poderío quedó sobre todo en evidencia en los Olímpicos: participó en nueve ocasiones y consiguió siete medallas de oro y dos de plata.

Uno de sus símbolos no fue un delantero o un técnico, sino un portero: Vladislav Tretiak, la leyenda del arco, considerado por varios especialistas como el mejor jugador de la historia de este deporte.

Era tanto el respeto que le tenían, que la victoria del equipo olímpico de EE.UU. sobre la Máquina Roja en la semifinal de los juegos de invierno de Lake Placid, en 1980, fue bautizado como "El milagro sobre hielo", uno de los eventos deportivos del siglo XX.

Sin embargo, todo quedó en historia con la disolución de la URSS en 1991.

Colombia sobre patines

De los últimos 15 campeonatos mundiales de patinaje que se han realizado desde 2000, Colombia, además de ser la actual campeona, se ha llevado 12 títulos, superando a Estados Unidos que se ha quedado con tres.


Una de las disciplinas insignia del deporte colombiano ha lanzado a las pistas nombres tan importantes como la séxtuple campeona mundial Cecilia Baena, Kelly Martínez, Pedro Causil y Luz Mery Tristán, entre otros.

Actualmente el patinaje de velocidad sobre ruedas está buscando ser parte de los Juegos Olímpicos, pero ha sido descartado para los certámenes de Río 2016 y Tokio 2020.

Algunas fuentes señalan que una de las razones por las que el Comité Olímpico Internacional no lo acepta es porque el dominio colombiano y estadounidense no deja espacios para la competencia de otros países.

sábado, 10 de octubre de 2015

La periodista que tuvo la primicia del siglo XX: el inicio de la Segunda Guerra Mundial

La periodista que tuvo la primicia del siglo XX: el inicio de la Segunda Guerra Mundial



Clare Hollingworth
Clare Hollingworth cumple 104 años siendo una genuina leyenda viviente del periodismo de guerra.

Clare Hollingworth tenía menos de una semana trabajando como reportera en el diario inglés The Daily Telegraph, cuando la enviaron a Polonia para averiguar más detalles de las tensiones que desde ese país hacían eco en toda Europa.
La decisión del diario no era un encargo menor. Por lo que Clare asumió la misión con la determinación que posteriormente le merecería la admiración de todos sus colegas.
Al llegar a Polonia pidió a su viejo amigo y cónsul británico en Katowice, al sur del país, John Anthony Thwaites, que le prestara su carro y su chofer para trasladarse hasta la frontera y adentrarse en Alemania.
Ese viaje cambiaría su historia, y lo que descubrió haría lo propio con el rumbo de la humanidad.

Vienen los tanques

Aunque la frontera estaba cerrada, los autos oficiales podían transitar libremente.
Logró cruzar el límite, y comprar del lado alemán aspirinas, vino y otras cosas que ya eran difíciles de encontrar en Polonia. Era el 29 de agosto de 1939.
Cuando se desplazaban de regreso a territorio polaco, pudo detectar repentinamente una amplia formación de tropas alemanas, incluyendo tanques y vehículos blindados, ocultos en un valle tras la frontera.
Con la adrenalina y la desesperación de saberse con la noticia de su vida, de inmediato se movilizó de regreso a su hotel para reportar la información.
Cuando le devolvió el auto al cónsul le dijo: "Tengo una muy buena historia. Los tanques están alineados y listos para invadir Polonia". Thwaites no dijo nada, pero envió de inmediato un mensaje secreto a la cancillería británica.


Invasión de tropas alemanasClare detectó en la frontera la presencia de tropas alemanas que invadirían Polonia. Su reporte fue el primer anuncio del comienzo de la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939.

Clare se comunicó con el corresponsal del Telegraph en Varsovia, Hugh Carleton Green, y le dio toda la noticia. "1.000 tanques reunidos en la frontera polaca. 10 divisiones listas para dar un rápido golpe", fue el título del periódico.
Cabe recordar que en ese momento, las grandes potencias mundiales de ese entonces, en particular Reino Unido, sostenían intensas negociaciones con Alemania para evitar el inicio de un conflicto bélico de proporciones impensables.
Tres días después, se comunicó con Robin Hankey, secretario de la embajada en la capital polaca.
Le gritó "¡comenzó la guerra!", pero Hankey no le creyó. "Todavia están en negociaciones", le dijo el funcionario.
Fue entonces cuando Clare sacó el auricular por la ventana de su habitación para que escucharan el sonido de los tanques alemanes entrando a la ciudad.
Ese fue el primer reporte sólido que el mundo obtuvo de las verdaderas intenciones de Adolfo Hitler. Ahí comenzó la Segunda Guerra Mundial.

De la granja a la guerra

Clare nacio en Knighton en 1911, en la región central de Inglaterra, y su familia se mudó a una granja durante los primeros años de la guerra.
Su padre no era un soldado, pero le inculcó su pasión por la historia militar. Solía llevarla a los campos de batallas en Inglaterra y describirle minuciosamente cómo están plantados los ejércitos, cuál fue la estrategia, los errores, por qué se habían producido esos conflictos.
Eso le permitió tener la visión de que la guerra era la extensión de la política, y evidenciaba las fallas de los estadistas para mantener la paz.
Desde el principio le gustaron los libros y escribir. También supo con claridad que la vida de granjera no era para ella.



Comenzó a trabar como secretaria en la Liga de las Naciones Unidas, en Worcestershire, y ganó una beca para estudiar la cultura eslava en la Universidad de Londres, y luego otra para aprender croata en la Universidad de Zagreb.
En 1936 se casó, pero el rol de esposa tampoco estaba en sus planes, y dos años más tarde terminó en Varsovia, trabajando en una organización que apoyaba a los miles de judíos, católicos, comunistas y socialistas que huían del avance de los nazis en Europa oriental.

Fue cuando comenzó a escribir para un medio local. Tenía 27 años.
Durante una visita a Londres, conoció a Arthur Watson, editor del Daily Telegraph, quien había leído algunos de sus trabajos publicados.
Constatando su conocimiento de Polonia, Watson tuvo entonces la afortunada idea de contratarla como corresponsal en Katowice. El resto es literalmente historia.

"Me gusta estar en la guerra"

Con semejante estreno como corresponsal extranjera, y en ese periodo, la guerra fue un escenario natural para Clare.


Clare Hollingworth
En su carrera como corresponsal extranjera Clare cubrió guerras en Israel, Argelia y Viertnam.

"Debo admitirlo. Me gusta estar en la guerra. No sé por qué, porque no soy valiente", le dijo en una entrevista años a tras al periódico donde hizo historia, The Telegraph.
Después de la Segunda Guerra Mundial, estuvo presente en diferentes conflictos siempre con sus dos armas inseparables: su cepillo de dientes y la máquina de escribir.
Se habituó rápido al peligro. En julio de 1946, cuando cubría los conflictos en Israel, estuvo a unos 270 metros del Hotel King David, en Jerusalén, cuando estalló una bomba que mató a 91 personas.
Luego vendrían las guerras en Argelia, India y Vietnam.
Terminó su carrera como corresponsal en China, donde dejaría el Telegraph cuando cumplió 70 años, aunque nunca se desligó del mundo informativo.
Charles Moore, antiguo editor del Daily Telegraph, la describe como "una de las grandes reporteras del siglo 20, una leyenda del periodismo y una pionera para las mujeres reporteras".
John Simpson, el veterano corresponsal de la BBC, comentó a The Guardian que "Clare tuvo un extraordinario impacto en el periodismo", y agregó que entre sus grandes historia figuraba haber hecho la primera entrevista al Sha de Irán, y la útima, luego que fuera derrocado.

También es descrita como alguien con una vida personal muy reducida, que sólo ha vivido para trabajar.
Una vez le confió a un periodista de The Guardian que "trabajo todo el tiempo. Durante el día estoy reporteando, y en las noches y fines de semana escribo libros. Tengo muy poco de vida privada. En realidad estoy más interesada en mi trabajo, que en mi vida privada".

El lugar más peligroso

Aunque vivió una vida de peligro y riesgos mortales, este 10 de octubre cumple 104 años.
Hoy está prácticamente ciega.
En una entrevista en el 2011 le comentó al periódico The Guardian que había dejado uno de sus "hábitos característicos" (dormir en el piso, según decía para no "ablandarse" con comodidades que no tendría en los sitios donde solía ir reportear).


Clare Hollingworth
Al preguntársele a dónde iría a cubrir una noticia en este momento, dijo: "Miraría los periódicos y me preguntaría cuál es el lugar más peligroso en ese momento?".

Una suerte de ataque debilitó seriamente su salud, por lo que anda acompañada de una enfermera, quien comenta que Caire no deja de escuchar las noticias que transmite la BBC.
Asiste a las reuniones del Club de Corresponsales Extranjeros en Hong Kongcon regularidad. En el 2011, cuando cumplió 100, le hicieron un extraordinario agasajo con unos 150 invitados.
"Mi madre tuvo una idea negativa del periodismo, como si fuese un oficio, no una profesión. Nunca creyó nada de lo que escribían los periodistas", cuenta Clare aThe Telegraph.
Sin embargo, el periodismo y el riesgo parecen haber sido la fuente de su vigor.
Al preguntarle si la llamaran de alguna redacción para que cubriera una historia, cuál elegiría, contestó: "Miraría los periódicos y diría: ¿cuál es el lugar más peligroso en este momento? Porque ahí siempre se encuentran buenas historias".

viernes, 18 de septiembre de 2015

EE.UU: la increíble historia de Patty Hearst, la rica heredera que se hizo guerrillera

EE.UU: la increíble historia de Patty Hearst, la rica heredera que se hizo guerrillera

Jaime González
BBC Mundo, Los Ángeles

Patricia Hearst es la nieta del famoso magnate de la prensa William Randolph Hearst.

A primera vista, Patricia Hearst es un miembro más de la alta sociedad de Nueva York, que gracias a la inmensa fortuna de su familia, puede dedicar su tiempo a realizar obras de caridad y a la crianza de perros de raza.

Su pedigrí le viene de ser la nieta del legendario magnate de la prensa amarilla William Randolph Hearst (1863-1951), quien construyó un imperio mediático que todavía perdura y fue fuente de inspiración del personaje central de la película "Ciudadano Kane", de Orson Welles.

Pero Hearst, de 61 años, no pasará a la posteridad por sus tareas filantrópicas o su amor hacia los perros, sino por haber protagonizado uno de los secuestros más recordados de la historia.

Precisamente este viernes se cumple el 40 aniversario de su liberación, o para ser exactos, de su detención por parte de agentes del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés).

El 18 de septiembre de 1975 Patty Hearst fue arrestada por haber participado en las actividades criminales de la guerrilla de inspiración marxista que la había secuestrado un año y medio antes, en un caso que cautivó la atención del público y de los medios en todo el mundo.


Circo mediático

Patty Hearst es hija de Randolph Apperson Hearst, cuarto hijo del magante William Randolph Hearst.

Poco después de las nueve de la noche del 4 de febrero de 1974, Hearst, entonces de 19 años y estudiante de la Universidad de Berkeley, en el norte de California, fue secuestrada a punta de pistola en el apartamento que compartía con su prometido.

Los secuestradores eran miembros del conocido como Ejército Simbiótico de Liberación (SLA, por sus siglas en inglés), una guerrilla urbana que en aquél entonces contaba con una docena de miembros y tenía como objetivo derrocar "la dictadura corporativa" del gobierno del entonces presidente Richard Nixon.

Inspirados por los movimientos guerrilleros de izquierda de América Latina, consideraban que los Hearst eran miembros de "una familia de la clase dirigente superfascista" que controlaba EE.UU.

A las pocas horas de hacerse público el secuestro de la joven, centenares de periodistas se agolpaban a las puertas de la residencia de los Hearst, desde donde informaban de todos los detalles del caso.

Según le explicó a la BBC Linda Deutsch, veterana periodista de la agencia de noticas Associated Press, algunos medios incluso instalaron teléfonos en los árboles frente a casa de la rica heredera.

Giro inesperado

La fotografía en la que Hearts aparecía con un uniforme de combate, sosteniendo un arma frente a una bandera con la insignia del SLA, dio la vuleta al mundo.

Los miembros del SLA se comunicaban con la familia Hearst enviado grabaciones de audio a la prensa, que exigían fueran reproducidas por todos los medios.

En algunas de ellas se podía a escuchar a la propia Patty Hearst pidiendo a sus padres que cumplieran con las demandas de sus captores.

En un principio reclamaron la liberación de dos de sus miembros que habían sido arrestados por su supuesta implicación en un asesinato.

Las autoridades se negaron y entonces el SLA pidió a la familia Heast que invirtiera millones de dólares en un programa para alimentar a los pobres de California.

La imagen de Patty Hearst participando en un atraco en San Francisco causó sensación.

Los Hearst accedieron a gastar US$2 millones, aunque la operación de reparto de la comida fue caótica, produciéndose revueltas y saqueos.

El SLA exigió entonces que invirtieran otros US$4 millones, lo que hizo que las negociaciones entre los captores y la familia de la secuestrada se rompieran.

El caso dio un giro inesperado el 3 de abril de 1974, cuando Patty Hearst anunció en una grabación que se había unido al SLA, adoptando el nombre de Tania, en honor a la que había sido compañera del comandante Che Guevara.

"Patria o muerte. Venceremos", se la oía decir en español en el audio.

Diez días más tarde, miembros del SLA llevaron a cabo un atraco en una oficina del banco Hibernia de la ciudad de San Francisco, en el que resultaron heridas dos personas.

Las cámaras de seguridad de la sucursal captaron la imagen de Patty Hearst portando un fusil y participando en el asalto.
Una criminal

A partir de ese momento las autoridades dejaron de considerarla una secuestrada, siendo calificada de "criminal común" por el entonces Fiscal General de EE.UU.

El 16 de mayo de 1974, Hearst se vio implicada en un tiroteo en una tienda de Los Ángeles, en la que miembros del SLA habían intentado robar.

Patty Hearst fue detenida el 18 de septiembre de 1975 en California.

La joven logró escapar junto a dos de sus compañeros, aunque dejaron atrás una multa de tráfico que condujo a las autoridades a la casa del barrio de Compton de Los Ángeles en la que se ocultaban varios miembros del SLA.

Al día siguiente, la policía rodeó la vivienda y, tras un intenso tiroteo, se produjo un incendio en la vivienda en el que murieron seis miembros de la guerrilla, incluido su líder, con el que se vinculó sentimentalmente a Hearst.

La joven siguió los eventos en directo por televisión desde el motel en el que se ocultaba junto a dos miembros de SLA, con los que se dio a la fuga, viajando a Nueva York y Pensilvania, para regresar al cabo de un tiempo a California.

La vida de guerrillera de Patricia Hearst terminó 18 meses después de su secuestro, cuando el 18 de septiembre de 1975 fue detenida por agentes del FBI en San Francisco.

Tras su arresto, apareció en televisión esposada y desafiante, con los brazos en alto y los puños cerrados.
"El juicio del siglo"

Hearst fue acusada de participar en el atraco a la sucursal del banco Hibernia, convirtiéndose en protagonista del que fue calificado por la prensa estadounidense como "el juicio del siglo"

.Hearst fue condenada a siete años de cárcel.

Sus abogados alegaron que la joven había sido obligada a unirse a la guerrilla y aseguraron que era víctima del llamado "Síndrome de Estocolmo", acuñado amediados de los 70 para explicar los irracionales sentimientos de empatía y dependencia que desarrollan los secuestrados hacia sus captores.

En las memorias que publicó en 1981, Hearst explicaba que tras ser secuestrada, la mantuvieron encerrada en un armario durante 57 días, sometiéndola a todo tipo de abusos y a un intenso lavado de cerebro.

La estrategia de la defensa no funcionó y Hearst fue condenada a siete años de cárcel.

Acabó pasando algo menos de dos años en prisión, ya que en 1979 el presidente Jimmy Carter le conmutó la pena.

En 2001, el presidente Bill Clinton le otorgó el perdón completo.

A los dos meses de recuperar la libertad, Hearst contrajo matrimonio con uno de sus guardaespaldas, con el que tuvo dos hijas y con el que estuvo casado hasta el fallecimiento de este en 2013.

En las cuatro décadas que han pasado desde su secuestro, Hearst ha ofrecido pocas entrevistas y ha mantenido una vida discreta, a excepción de los eventos sociales a los que asiste y de las aparciones que ha realizado en un puñado de películas y series de televisión.

Pese a ello, la nieta del padre de la prensa sensacionalista, siempre será recordada por ser la protagonista de una rocambolesca historia que 40 años después, todavía despierta fascinación.

sábado, 22 de agosto de 2015

Robert Conquest, el hombre que le reveló al mundo los horrores de Stalin

Robert Conquest, el hombre que le reveló al mundo los horrores de Stalin

Stephen Evans
BBC

Fueron los libros de un historiador británico los que terminaron de convencer a muchos de los abusos de Stalin.

Para quien creció en un país comunista, los libros de Robert Conquest fueron, sin duda, una gran revelación.

En mi caso, dos de mis abuelos eran miembros del Partido, tal y como se le conocía entonces, sin tener siquiera que especificar cuál.

El padre de mi padre se unió poco después de la Revolución Rusa de 1917 y permaneció fiel –es la palabra más adecuada– durante las invasiones de Hungría y Checoslovaquia, impertérrito ante cada revelación y contrarrevolución.

En las cenas familiares en casa de mi abuelo en Bedlinog, Gales, los debates sobre el tema eran intensos e inútiles al mismo tiempo. Era como discutir con el creyente más devoto: cualquier argumento proveniente del Soviet Weekly o delMorning Star era palabra del Evangelio.
Edgar Evans, fotografiado en 1975, con algunos números del periódico "Morning Star".

Mi abuelo tenía las obras completas de Stalin en su estantería, no muy desgastadas por la lectura, obviamente. Cuando mi abuela opinaba en la mesa que, seguramente, cometieron algún crimen durante la Unión Soviética, su marido le decía que dejara de decir "esas malditas mentiras".

Mi padre recordaba el alivio que sintió cuando, siendo todavía un joven residente de su pueblo minero, Hitler traicionó a su antiguo aliado e invadió la Unión Soviética en 1941.

En ese entonces su familia temía terminar presa por sus ideas. Pero el Ejército Rojo terminó convirtiéndose en aliado de Gran Bretaña y los comunistas pasaron a ser los mayores defensores de la causa.

De acuerdo con su hijo, mi abuelo, un concejal comunista, recibió raciones adicionales de petróleo para recorrer los valles de Gales en busca de apoyo para la guerra.

Y esta "atmosfera religiosa" continuó también durante la Guerra Fría. Cualquier información poniendo en duda los logros de la Unión Soviética era automáticamente rechazada como "propaganda de la Guerra Fría".

Cuando un disidente importante era encerrado en un hospital mental, la visión al respecto era que debía de estar loco si se le había ocurrido poner en entredicho los méritos del socialismo soviético.

Así que, para aquellos de nosotros que dudábamos de estas afirmaciones, la obra deRobert Conquest, "El Gran Terror: las purgas de Stalin de los años 30", fue un trabajo extraordinario.
Conquest describió con un lenguaje claro cómo fue el Gran Terror de Stalin. Para muchos, sus libros fueron una verdadera revelación.

Este libro cambió la forma de pensar de algunos y disipó las dudas de otros (las mías incluidas) cuando fue publicado en 1968, año de la invasión soviética de Checoslovaquia, en respuesta a la Primavera de Praga.

En su obra, Conquest exponía los hechos sin adorno, de manera que éstos hablaban por sí solos, explicando con un lenguaje claro todos los detalles sobre las purgas y las ejecuciones.

Algunos soviéticos se burlaron de estos datos –y muchos todavía lo hacen– pero no pudieron encontrar ningún error; Conquest fue muy meticuloso en su investigación.

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José Stalin

Durante la Gran Purga de Stalin, fueron asesinadas unas 750.000 personas.

Iosif (José) Vissarionovich Dzhugashvili adoptó el nombre de Stalin, que significa"el hombre de acero".

Estudió para ser sacerdote, pero abandonó el seminario y no se presentó a los exámenes finales.

Tras la muerte de Lenin, se promocionó a sí mismo intensamente para convertirse en líder de la Unión Soviética.
Durante el Gran Terror o la Gran Purga de Stalin, alrededor de 750.000 personas fueron ejecutadas sumariamente.

Stalin jugó un papel decisivo en la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.

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Cuando, finalmente, los archivos soviéticos salieron a la luz, las descripciones de Robert Conquest se mantuvieron intactas. Podía haber un debate en torno a las cifras –el número preciso de víctimas de Stalin– pero no sobre los hechos presentados.

Conquest explicó cómo cientos de miles de personas habían sido asesinadas por la policía secreta soviética en cuestión de meses, entre 1937 y 1938.

Supimos cómo las purgas de oficiales, llevadas a cabo por un paranoico Stalin, eran tan feroces que ponían en peligro al propio Ejército Rojo.

Conquest explicó con detalle la hambruna en Ucrania durante 1932 y 1933.

En su libro, Conquest describió cómo, en un sólo día, el 12 de diciembre de 1937, Stalin y su secuaz, Molotov, aprobaron personalmente las sentencias de muerte de 3.167 personas. Y después se fueron al cine.

Los detalles eran irrefutables.

Y entonces, Conquest volvió a hacerlo, con "La Cosecha del dolor: la colectivización soviética y la hambruna de terror", un libro sobre la escasez en Ucrania entre 1932 y 1933, causada por una política agrícola estúpida y vengativa, llevada a cabo por Stalin con un fin absolutamente destructivo.

Conquest documentó lo que pasó en los pueblos. Describió el canibalismo y la inanición.

Durante la preguerra, el periodista galés Gareth Jones viajó por Ucrania y constató la verdad de la hambruna. Publicó varios artículos sobre ello en 1933.

Para algunos Stalin era una figura casi religiosa, un dios.

Pero había voces en contra que tenían más poder que él, como la delcorresponsal en Moscú del New York Times,Walter Duranty, quien se dedicó a divulgar propaganda a favor de Stalin.

"Las condiciones son malas, pero no hay hambruna", escribió Duranty. Y, en cuanto a la política de Stalin, dijo que "no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos".

Cuando los libros de Robert Conquest vieron la luz, se hizo evidente que Duranty estaba equivocado y Jones tenía razón.

Había un elemento de fe en torno a la Guerra Fría. Los comunistas desilusionados hablaban de un dios muerto y no hay duda de que los ultra fieles negarían la evidencia incluso aunque la tuvieran delante de sus propios ojos.

Cuando Stalin fue denunciado por Nikita Khrushchev en 1956, mi abuelo sufrió un shock nervioso. Las obras completas de Stalin fueron escondidas detrás del televisor.

Mi abuelo murió justo cuando la Unión Soviética colapsó. Estaba demasiado confuso en su vejez para darse cuenta de que su dios había muerto. Nunca leyó los libros de Conquest. Los habría juzgado como la más despreciable propaganda de Guerra Fría.
La nostalgia por el "monstruo" continúa viva en algunas partes de Rusia.

Dicen que el escritor mexicano Octavio Paz opinó que los libros de Conquest "cerraron el debate" en torno al estalinismo. Esto no es cierto. La nostalgia por el monstruo continúa, quizás incluso en la Rusia de hoy en día.

Sin embargo, los libros de Conquest abrieron los ojos de aquellos que tenían la mente abierta. Yo lo sé. Lo recuerdo.

lunes, 17 de agosto de 2015

Las japonesas que se casaron con el enemigo

Las japonesas que se casaron con el enemigo

Vanessa Barford
BBC

A los soldados estadounidenses se les pidió no fraternizar con las mujeres, pero muchos hicieron caso omiso.

A sus 21 años y tras llegar a Estados Unidos en 1951, Hiroko Tolbert tuvo la oportunidad de conocer a sus suegros.

El momento representaba una oportunidad de causar una buena impresión, así que escogió su mejor kimono para el viaje en tren al norte del estado de Nueva York.

Hiroko había escuchado que allí todo el mundo se vestía con hermosos trajes y que las casas eran muy bonitas.

Sin embargo, en vez de estar bien impresionada la familia quedó horrorizada.

"Mis suegros querían que me cambiase, que vistiera ropa occidental. Mi esposo también, así que subí las escaleras y me puse otra ropa y guardé el kimono por muchos años".

Esa fue la primera de muchas lecciones sobre un estilo de vida estadounidense que no se había imaginado.
A Hiroko le gustaba usar ropa tradicional japonesa.

"Me di cuenta de que viviría en una granja de pollos con gallineros y estiércol por todos lados. Nadie se quitaba los zapatos en la casa. En las casas japonesas no los usábamos. Todo era limpio allá. Me sentí desconsolada de vivir en esas condiciones".

"También me dieron un nombre nuevo, Susie".

Como muchas novias de guerra, Hiroko provenía de una familia bastante acomodada, pero no podía ver un futuro en la devastada Tokio.

"Todo estaba en ruinas debido a los bombardeos estadounidenses. Uno no podía encontrar las calles o las tiendas. Era una pesadilla. Teníamos problemas con la comida y el alojamiento".

"No sabía mucho de Bill, de sus orígenes o su familia pero me arriesgué cuando me pidió matrimonio. Yo no podía vivir allá. Tenía que sobrevivir", dice.

Y su decisión de casarse con el soldado estadounidense Samuel "Bill" Tolbert no fue bien recibida por sus propios parientes.

"Mi madre y mis hermanos quedaron destrozados al saber que me casaba con un estadounidense. Cuando me fui, la única que vino a visitarme fue mi madre. Yo pensé que no volvería a ver a Japón".

La familia de su esposo también le advirtió que la gente la trataría diferente allá porque Japón era el antiguo enemigo

Más de 110.000 japoneses-estadounidenses en la Costa Oeste de EE.UU. habían sido enviados a centros de reclusión a raíz de los ataques contra Pearl Harbor en 1941, cuando más de 2.400 estadounidenses resultaron muertos en un solo día.

Fue la mayor reubicación oficial forzosa en la historia de EE.UU., desencadenada por el temor de que miembros de la comunidad actuaran como espías o colaboradores para ayudar a los japoneses a efectuar más ataques.
Un soldado estadounidense coloca una orden de exclusión civil para japoneses-estadounidenses.

Los campamentos fueron cerrados en 1945, pero en la década siguiente la tensión emocional seguía siendo evidente.

"La guerra había sido un conflicto sin misericordia con un odio y temor increíble en ambas partes", dice el profesor Paul Spickard, un experto en historia y estudios asiáticos-estadounidenses en la Universidad de California.

"EE.UU. era un lugar muy racista en esa época con muchos prejuicios en contra de las relaciones interraciales", destaca.

Por fortuna, Hiroko encontró reciptividad en la comunidad alrededor de su nueva familia en la zona de Elmira en Nueva York.

"Una de las tías de mi esposo me dijo que tendría problemas para encontrar personas que me asistieran en el nacimiento de mi bebé, pero estaba equivocada. El doctor me dijo que sería un honor atenderme. Su esposa y yo nos volvimos amigas y ella me llevó a su casa a ver mi primer árbol de Navidad".

Sin embargo, para otras novias japonesas de guerra fue más difícil acostumbrarse a un EE.UU. en el que había segregación.

"Recuerdo haber tomado un autobús en Louisiana que estaba dividido en dos secciones: blancos y negros", dice Atsuko Craft, quien se mudó a EE.UU. en 1952 a los 22 años.

"No sabía dónde sentarme, así que me senté en el medio".

Como Hiroko, Atsuko había recibido una buena educación, pero pensó que casarse con un estadounidense le daría una mejor vida que quedarse en la destrozada Tokio de la pos guerra.

Atsuko dice que su "generoso" esposo, a quien había conocido a través de un programa de intercambio de idiomas, acordó pagar para que siguiera estudiando en EE.UU.
Atsuko (segunda de izquierda a derecha) se casó con Arnold (a su derecha) y se mudó a EE.UU. en 1952.

Sin embargo, a pesar de graduarse en microbiología y de conseguir un buen trabajo en un hospital, dice que tuvo que enfrentarse a la discriminación.

"Cuando iba a buscar casa o apartamentos y me veían, me decían que ya habían sido tomados. Pensaban que yo haría bajar el valor de las propiedades. Era una situación hiriente".

Y las esposas japonesas también enfrentaron el rechazo de la comunidad japonesa-estadounidense, apunta el profesor Spickard.

"Para ellos se trataba de mujeres de vida fácil, lo que no parecía ser el caso. La mayoría de ellas trabajaban en tiendas, en la caja o almacenando productos, o en empleos relacionados con la ocupación estadounidense".

Según Spickard, entre 30.000 y 35.000 japonesas emigraron a EE.UU. en la década de los 50 del pasado siglo.

En un principio, los militares estadounidenses dieron órdenes a los soldados de no fraternizar con las mujeres locales y bloquearon las solicitudes de matrimonio
.Hiroko se casó com el soldado estadounidense Samuel 'Bill' Tolbert en Japón y se radicó en EE.UU. en 1951.

La Ley de Novias de Guerra de 1945 les permitió a los militares que se casaron en el exterior traer a sus esposas a EE.UU., pero no fue hasta la Ley de Inmigración de 1952 que pudieron viajar en grandes cantidades.

Al llegar a EE.UU. algunas asistieron a escuelas para novias japonesas en bases militares con el fin de aprender cosas como como hornear tortas al estilo estadounidense o caminar con tacones, en vez de los zapatos planos a los que estaban acostumbradas.

Sin embargo, muchas no estaban preparadas en lo absoluto para eso.

En general las japonesas que se casaron con hombres negros estadounidense se adaptaron más fácilmente, señala Spickard.

"Las familias negras sabían lo que era estar del lado de los perdedores. Se les recibió en la hermandad de las mujeres negras. Sin embargo, en pequeñas comunidades blancas, en lugares como Ohio y Florida, su aislamiento fue muchas veces extremo".

Ahora, a sus 85 años, Atsuko dice que ha notado una gran diferencia entre la vida en Louisiana y Maryland, cerca de Washington, donde crío a sus hijos y aún vive con su esposo.

Y apunta que los tiempos han cambiado y que ahora no enfrenta ningún prejuicio.

"EE.UU. es más internacional y sofisticado. Me siento como una japonesa-estadounidense y estoy contenta de eso".Muchas esposas japonesas fueron a escuelas para novias con el fin de aprender el estilo de vida estadounidense.

Hiroko, ahora de 84 años, coincide en señalar que las cosas son distintas. Sin embargo, luego de divorciarse de Samuel en 1989 y casarse de nuevo, piensa que ella ha cambiado tanto como el país que la recibió.

"Aprendí a ser menos estricta con mis cuatro hijos. Los japoneses son disciplinados y la escolaridad es muy importante. Todo es estudiar, estudiar, estudiar. Yo ahorré dinero y me volví una exitosa dueña de tienda. Finalmente tengo una buena vida, una hermosa casa. Soy muy estadounidense".

Pero ya no se llama Susie. Solo Hiroko.