domingo, 17 de mayo de 2015

Florence Nightingale: la dama de la lámpara que salvó vidas con las matemáticas

Florence Nightingale: la dama de la lámpara que salvó vidas con las matemáticas


Florence Nightingale fue mucho más que una dama con una lámpara. La leyenda de la santa enfermera a veces oculta la verdad: que su genio matemático fue lo que realmente salvó tantas vidas.
Su ambición la llevó al infernal mundo de la Guerra de Crimea y, como consecuencia, por un camino que terminó transformado la enfermería y los hospitales.
Acompáñanos en un rápido recorrido por su vida.
1820

Una niña dotada


Florence Nightingale
El Día Internacional de la Enfermería se celebra en el día de su cumpleaños: el 12 de mayo.

Nació en la ciudad italiana de Florencia, y de ahí su nombre, pero creció en pintorescas casas de campo inglesas con su hermana mayor Parthenope.
La criaron al estilo de la clase media alta de la época, que incluía una extensiva educación impartida en casa por su padre, quien les enseñó a sus hijas los clásicos, filosofía y lenguas modernas.
Florence se destacaba en matemáticas y ciencia.
Su afición por registrar y organizar información se notó desde una edad temprana, cuando documentó su enorme colección de conchas del mar con listas y tablas diseñadas con mucha precisión.
Le gustan las matemáticas... la absorben y trabaja duro en ellas"
Parthenope Nightingale hablando de los hábitos de estudio de su hermana en 1840
1837

Florence oye a Dios

Los Nightingales llevaron sus hijas a una gira por Europa, una costumbre de la época cuya función era educar y refinar a las mujeres del siglo XIX.
Pero en el caso de Florence, el viaje sirvió más bien para que se siguiera desarrollando su poco convencional personalidad, como demuestran sus escritos en su diario de viaje. Registraba detalles sobre las estadísticas de población, hospitales y otras instituciones de caridad.
A pesar de que su madre se oponía, recibió después más clases de matemáticas. Pero su principal rebelión estaba por venir.
En 1837 se convenció de que Dios la había "llamado" a su servicio…
Dios me habló y me llamó a su servicio. La voz no dijo qué tipo de servicio era"
Florence NIghtingale
… Y cuando reveló lo que pensaba que era ese servicio, sus padres se horrorizaron
1844

Una propuesta


Florence Nightingale

Florence era una joven atractiva, inteligente y rica. No había duda de que llegarían pretendientes, pero ella tenía sus propios planes.
Su familia esperaba que se casara con un hombre apropiado pero la idea de una vida doméstica a ella la dejaba fría.
Para 1844 ya había decidido que su vocación era la enfermería y les propuso a sus padres que se entrenaría en Salisbury. Ellos se negaron. Desde su punto de vista, la enfermería era un trabajo bajo e inmodesto que debían hacer los pobres o los sirvientes, por lo que era una ocupación completamente inadecuada para una mujer del estatus social de su hija.
Florence perseveró. En 1849, tras un largo período de cortejo, hasta rechazó una propuesta de matrimonio, convencida de que su destino no era casarse.
No anticipo que los episodios de amor serán frecuentes en su vida"
Madre de Florence, en 1838
1853

El logro

Nada desviaba a Florence de su misión: quería ser enfermera, de manera que desafiando a sus padres, continuaba visitando hospitales en París, Roma y Londres.
En 1850 su padre finalmente se dio por vencido y le permitió entrenarse como enfermera en Alemania. A su hermana le quedó tan difícil aceptar que Florence era tan independiente que sufrió una crisis nerviosa en 1852. Eso la forzó a volver a cuidarla. Pero en agosto de 1853 finalmente logró lo que quería: fue nombrada superintendente en un hospital de mujeres en Harley Street, Londres.
Después de casi una década, colmó su ambición de convertirse en enfermera.
1854

El llamado de Crimea


Florence Nightingale
Cada uno la pintaba como se la imaginaba.

La Guerra de Crimea estalló en 1853. Las historias que aparecían en los diarios eran de horror por las terribles condiciones de los hospitales del ejército británico.
Sidney Herbert, el secretario de Estado en Guerra, conocía muy bien a Florence. Por ello le encargó llevar a 38 enfermeras al hospital militar en Scutari, en Turquía.
Fue la primera vez que se les permitió a mujeres servir oficialmente en el ejército.
Cuando Florence llegó, el hospital de campaña estaba imposiblemente sucio, con el piso cubierto por una capa de heces.
Puso a sus enfermeras a limpiar el lugar y a asegurarse de que los soldados estuvieran alimentados y vestidos apropiadamente. Por primera vez, las tropas regulares fueron tratadas con decencia y respeto.
1855

Aumenta el número de muertos


Florence Nightingale
Nada de lo que hacía mejoraba la situación.

Ni los mejores esfuerzos pudieron reducir el total de muertes, que aumentaba sin cesar y alcanzó 4.000 en un solo invierno.
Aunque Florence había logrado que el hospital fuera más eficiente, no era menos mortal.
En la primavera de 1855, el gobierno británico envió una comisión sanitaria para investigar las condiciones en Scutari. Descubrió que el hospital de militar estaba construido sobre una cloaca, por lo que los pacientes estaban tomando agua contaminada.
La solución fue limpiar los vertederos contaminantes y mejorar la ventilación en ese hospital y otros.
Y el resultado: menos muertos.
1855

La dama de la lámpara


Florence Nightingale
Su labor la convirtió en una heroína.

Cuando un retrato de Florence llevando una lámpara y atendiendo pacientes apareció en los diarios, rápidamente se ganó un ejército de fans.
Su trabajo en Scutari para mejorar las condiciones de vida de los soldados en los hospitales fue aplaudido tanto por la prensa como por el público.
Su familia tuvo que lidiar con un mar de poemas que le enviaban a Florence –el equivalente victoriano de correo de fanáticos- y la imagen de la "dama de la lámpara" fue impresa en bolsos y souvenires.
Pero a Florence no le entusiasmaba la celebridad. Aunque al retornar a casa la recibieron como una heroína, mantuvo un bajo perfil viajando bajo el pseudónimo de Miss Smith.
1856

A trabajar

No fue sino hasta después de que procesó todo lo que había aprendido en Scutari que Florence usó su fama como una poderosa arma en su misión de salvar vidas.
Atormentada por la horrenda pérdida de vidas, Florence se reunió con una de sus más grandes fans: la reina Victoria. Con su respaldo, persuadió al gobierno de establecer una comisión para investigar la salud del ejército.
El reconocido estadístico William Farr y John Sutherland, de la comisión sanitaria, le ayudaron a analizar vastas cantidades de datos complejos, y la verdad que revelaron fue impactante: la causa de 16.000 de las 18.000 muertes no fueron heridas sufridas en batallas sino enfermedades prevenibles, cuyo contagio se debía a la falta de higiene.
1857

Florence revela la verdad


Diagrama de la rosa
Un diagrama para demostrar que los hospitales -así como estaban- eran más mortales que la guerra.

Florence sabía que su talento para la estadística no sería suficiente para asegurar que el informe tuviera efecto. Había llegado el momento de probar sus habilidades para la comunicación.
En vez de presentar listas o tablas, representó los números de muertes en una manera para entonces revolucionaria.
Su "diagrama de la rosa" –un gráfico circular- mostraba la aguda caída en las fatalidades que se dio tras la labor de la comisión sanitaria: habían bajado 99% en un solo año.
El diagrama era tan fácil de entender que fue publicado en muchos lugares y el público comprendió cuál era la falla del ejército y cuán urgente era el cambio.
Gracias a la obra de Florence se establecieron nuevos departamentos –de medicina, ciencia sanitaria y estadística- en el ejército, para mejorar el cuidado de la salud.
Debe transimitir a través de los ojos lo que no logramos comunicarle al público a través de sus oídos resistentes a las palabras"
Florence Nightingale hablando de su diagrama rosa
1859

Las campañas de Florence


Carta de Florence Nightingale
Nunca dejó de escribirle a quienes tenían poder de decisión para presionar por el cambio.

En 1859 publicó sus más famosos libros, "Notas sobre enfermería" y "Notas sobre hospitales", y el año siguiente se fundó una escuela de enfermería en su nombre.
Su trabajo durante las décadas siguientes ayudó a establecer a la enfermería como una carrera respetable para las mujeres y a mejorar los hospitales, para que se volvieran lugares limpios y espaciosos en los que los pacientes se pudieran recuperar.
Pero mientras hacía campaña, su propia salud se fue deteriorando.
Se cree que en Crimea contrajo brucelosis crónica, una infección que causa fiebre, depresión y dolor extremo. Frágil y aislada, lucho por mejorar los servicios sanitarios examinando datos estadísticos desde su lecho de enferma, realizando trabajos pioneros que se propagaron por el mundo.
1870

Salud para todos


Florence Nightingale
A las enfermeras las empezaron a llamar "ruiseñores" pues el apellido de Florence significa "ruiseñor".

Florence estaba enferma pero era rica, de manera que podía pagar por medicina privada. Pero estaba consciente de que la mayoría de sus contemporáneos victorianos no podían darse ese lujo.
Los pobres sólo podían cuidarse entre ellos. Su libro "Notas sobre enfermería" intentaba educar a la gente sobre la manera de atender a los familiares y vecinos enfermos, pero ella quería hacer más por los menos pudientes de la sociedad.
Envió enfermeras entrenadas a las casas de trabajo para ayudar a darle tratamiento a los necesitados.
Ese intento por hacer que el cuidado médico estuviera al alcance de todos, sin importar clase o sueldo, sirvió como precursor para el Servicio Nacional de Salud, del que hasta hoy en día se vanagloria Reino Unido, el cual fue fundado 40 años después de su muerte.
Para la década de 1880, el conocimiento científico había avanzado de manera que respaldaba aún más las ideas reformistas de Florence.
Como muchos practicantes de la medicina, para ese entonces ella también aceptaba la teoría de los gérmenes o teoría microbiana de la enfermedad.
1910

Muerte de Florence


Estatua de Florence Nightingale
Su legado es extraordinario, no sólo por su trabajo pionero en enfermería y estadística, sino por inspirar al fundador de la Cruz Roja y autor de las propuestas para la Convención de Ginebra, y al movimiento feminista.

Antes de que muriera, a los 90 años, Florence fue la primera mujer en recibir la Orden de Mérito de Reino Unido, una recompensa por servicios extraordinarios en el ámbito del ejército, la ciencia, el arte o la literatura.
La niña terca con una bien documentada colección de conchas había logrado más de lo imaginado en un campo que había sido considerado inapropiado para las mujeres de su clase.
A pesar de haber sido a menudo una voz femenina solitaria en la sociedad victoriana, gracias a su talento para la comunicación y sus dotes matemáticas ayudó a revolucionar los cuidados sanitarios castrenses y civiles y salvó a miles de una muerte macabra.

sábado, 16 de mayo de 2015

La hazaña de Katherine Switzer, primera mujer que corrió un maratón

La hazaña de Katherine Switzer, primera mujer que corrió un maratón



Katherine Switzer, Arnie Briggs

El 19 de abril de 1967, Katherine Switzer forjó el destino de las mujeres corredoras en Estados Unidos y el resto del mundo.
Se inscribió para correr la legendaria maratón de la ciudad de Boston, Estados Unidos. Un hecho sin precedentes en una época en la que los hombres creían que las mujeres no eran capaces de correr más de una milla y media (2,4 kilómetros).
Durante la carrera, Switzer fue fotografiada como la gran curiosidad, perseguida para evitar que siguiera adelante y, finalmente, descalificada cuando cruzó la meta.
Pero la experiencia, según le contó a la BBC, la convenció de que no hay nada que no se pueda lograr en la vida.
Durante más de 40 años ha sido una de las activistas más notorias del deporte femenino.
Ella misma le contó a la BBC su increíble hazaña y cómo la experiencia abrió el camino a la siguiente generación de atletas femeninas.

Una milla al día

Empecé a correr cuando tenía 12 años porque quería ser del equipo de hockey sobre hierba. Mi papá me animó para que corriera una milla al día. Yo era una niña flaca e insegura, y cuando corrí esa milla, aunque nunca entré al equipo de hockey, me convertí en una persona muy empoderada.


Maraton de Boston, 1967
Como en la lista de inscritos sólo aparecían las iniciales, nadie notó que Switzer era una mujer.

Conocí a este hombre que ayudaba a entrenar en la Universidad de Syracusa (Nueva York), en el equipo de cross-country masculino. Su nombre era Arnie Briggs.
Le dije que yo quería correr el maratón de Boston. Y él me dijo sin titubear: "las mujeres no pueden correr el maratón de Boston.


Después de su primer maratón oficial, Switzer se convirtió en un símbolo del atletismo femenino.

Las mujeres mismas no entendían que ellas tenían la capacidad. Tenían los temores de todo lo anticuado de las señoritas: que se agrandaran las piernas, que les saliera un gran bigote, que el útero se cayera..
Discutimos. Y él dijo "Si puedes mostrarme en la práctica que puedes correr la distancia del maratón -26 millas y 385 yardas (algo más de 42 kilómetros)-, seré la primera persona en llevarte.
Un día, de hecho, corrimos 31 millas (49 kilómetros) y cumpliendo su palabra me inscribió a la carrera.
Me dijo: "No hay nada sobre género en el reglamento y no hay nada sobre género en el formulario".
Yo le dije: "bien, ok". Pagué los US$2 y me inscribí con mis iniciales."Los organizadores supusieron que era un hombre y me dieron el número 261".

El gran día del maratón

La mañana del maratón fue increíble. Estaba nevando con un terrible viento de frente.
Yo llevaba puesta una bonita camiseta que quería exhibir, pero estaba tan frío que no fui capaz de quitarme mi pesado suéter de entrenamiento.


Katherine Switzer
Katherine Switzer corrió esa primera maratón en 1967 portando el número 261.

Los oficiales nos acomodaron en la línea de salida, y todo el mundo se veía igual, con esos sacos calientes y anchos, así que nadie se dio cuenta que no era uno de los hombres.
Le dije a Arnie: "Tenías razón, no hay problema". Y él respondió: "Te dije que no habría problema".

La carrera

Las primeras dos millas estuvieron fantásticas. Pero la prensa me vio desde afuera, y se volvieron locos: "¡Una chica en la carrera! ¡Tiene un número!", gritaban. Y también nos tomaban fotos.


Katherine Switzer
Switzer ganó el maratón de Nueva York en 1974, y terminó segunda en el de 1975 de Boston.

Nosotros respondimos saludando con la mano, ya que era simplemente un instante mediático.
Pero de repente, escuché detrás de mí el sonido de unos zapatos de cuero, claramente no eran zapatos para trotar. Y vi a este hombre de mirada furiosa.
Fue aterrador. Me tomó por los hombros y me empujó hacia abajo, y trató de quitarme el número del pecho.
"Sal de mi maldita carrera y entrégame esos números", dijo. Y aunque me dio mucho miedo, mi novio lo tomó y sacó de fuera de la carrera.


Maraton Olímpico
Gracias a la gestión liderada por Switzer, el maraton femenino fue incluido como deporte olímpico.

En algún punto sobre la milla 21, la rabia me dejó. Uno no puede correr largo si está enfadado.
Le dije a mi entrenador: "Tengo que terminar esta carrera, así sea sobre mis manos y mis pies, porque si no la termino nadie creerá que las mujeres pueden hacer esto, que las mujeres deben estar aquí".
Cuando la terminé, sentí que tenía un plan de vida, una meta, un propósito para cumplir. Me sentí plena también porque corrí mi primera maratón bajo las circunstancias más difíciles, y después de eso nada más sería tan duro.

Lo que pasó después



Maraton de Boston
El maraton de Boston se corre desde 1897. Es el más antiguo del mundo.

Organizamos más de 400 carreras en 27 países, y usamos las estadísticas de esos eventos para hacer lobby ante el Comité Olímpico Internacional, hasta que logramos incluir a la competencia el maratón femenino, en 1984.
Sabemos que si logramos empoderar a las mujeres podemos hacer cualquier cosa.