La hazaña de Katherine Switzer, primera mujer que corrió un maratón
El 19 de abril de 1967, Katherine Switzer forjó el destino de las mujeres corredoras en Estados Unidos y el resto del mundo.
Se inscribió para correr la legendaria maratón de la ciudad de Boston, Estados Unidos. Un hecho sin precedentes en una época en la que los hombres creían que las mujeres no eran capaces de correr más de una milla y media (2,4 kilómetros).
Durante la carrera, Switzer fue fotografiada como la gran curiosidad, perseguida para evitar que siguiera adelante y, finalmente, descalificada cuando cruzó la meta.
Pero la experiencia, según le contó a la BBC, la convenció de que no hay nada que no se pueda lograr en la vida.
Durante más de 40 años ha sido una de las activistas más notorias del deporte femenino.
Ella misma le contó a la BBC su increíble hazaña y cómo la experiencia abrió el camino a la siguiente generación de atletas femeninas.
Una milla al día
Empecé a correr cuando tenía 12 años porque quería ser del equipo de hockey sobre hierba. Mi papá me animó para que corriera una milla al día. Yo era una niña flaca e insegura, y cuando corrí esa milla, aunque nunca entré al equipo de hockey, me convertí en una persona muy empoderada.
Conocí a este hombre que ayudaba a entrenar en la Universidad de Syracusa (Nueva York), en el equipo de cross-country masculino. Su nombre era Arnie Briggs.
Le dije que yo quería correr el maratón de Boston. Y él me dijo sin titubear: "las mujeres no pueden correr el maratón de Boston.
Las mujeres mismas no entendían que ellas tenían la capacidad. Tenían los temores de todo lo anticuado de las señoritas: que se agrandaran las piernas, que les saliera un gran bigote, que el útero se cayera..
Discutimos. Y él dijo "Si puedes mostrarme en la práctica que puedes correr la distancia del maratón -26 millas y 385 yardas (algo más de 42 kilómetros)-, seré la primera persona en llevarte.
Un día, de hecho, corrimos 31 millas (49 kilómetros) y cumpliendo su palabra me inscribió a la carrera.
Me dijo: "No hay nada sobre género en el reglamento y no hay nada sobre género en el formulario".
Yo le dije: "bien, ok". Pagué los US$2 y me inscribí con mis iniciales."Los organizadores supusieron que era un hombre y me dieron el número 261".
El gran día del maratón
La mañana del maratón fue increíble. Estaba nevando con un terrible viento de frente.
Yo llevaba puesta una bonita camiseta que quería exhibir, pero estaba tan frío que no fui capaz de quitarme mi pesado suéter de entrenamiento.
Los oficiales nos acomodaron en la línea de salida, y todo el mundo se veía igual, con esos sacos calientes y anchos, así que nadie se dio cuenta que no era uno de los hombres.
Le dije a Arnie: "Tenías razón, no hay problema". Y él respondió: "Te dije que no habría problema".
La carrera
Las primeras dos millas estuvieron fantásticas. Pero la prensa me vio desde afuera, y se volvieron locos: "¡Una chica en la carrera! ¡Tiene un número!", gritaban. Y también nos tomaban fotos.
Nosotros respondimos saludando con la mano, ya que era simplemente un instante mediático.
Pero de repente, escuché detrás de mí el sonido de unos zapatos de cuero, claramente no eran zapatos para trotar. Y vi a este hombre de mirada furiosa.
Fue aterrador. Me tomó por los hombros y me empujó hacia abajo, y trató de quitarme el número del pecho.
"Sal de mi maldita carrera y entrégame esos números", dijo. Y aunque me dio mucho miedo, mi novio lo tomó y sacó de fuera de la carrera.
En algún punto sobre la milla 21, la rabia me dejó. Uno no puede correr largo si está enfadado.
Le dije a mi entrenador: "Tengo que terminar esta carrera, así sea sobre mis manos y mis pies, porque si no la termino nadie creerá que las mujeres pueden hacer esto, que las mujeres deben estar aquí".
Cuando la terminé, sentí que tenía un plan de vida, una meta, un propósito para cumplir. Me sentí plena también porque corrí mi primera maratón bajo las circunstancias más difíciles, y después de eso nada más sería tan duro.
Lo que pasó después
Organizamos más de 400 carreras en 27 países, y usamos las estadísticas de esos eventos para hacer lobby ante el Comité Olímpico Internacional, hasta que logramos incluir a la competencia el maratón femenino, en 1984.
Sabemos que si logramos empoderar a las mujeres podemos hacer cualquier cosa.
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