Perfil: Bernard Madoff, el mayor estafador del mundo
De destacado trabajador de la bolsa de valores de Nueva York a inescrupuloso defraudador financiero, Madoff pasará el resto de su vida detrás de las rejas
Nueva York (DPA).- Con su sistema de estafas a nivel mundial a través del sistema de bola de nieve, el ex inversionista neoyorquino y mayor defraudador financiero de todos los tiempos, Bernard Madoff, se ganó su lugar en la historia. El alguna vez socorrista “Bernie” trajo desazón a miles de inversores y malogró los ahorros de toda una vida de muchos otros.
Quien fuera la estrella rutilante de Wall Street nunca más abandonará la vida tras las rejas. Una corte de Nueva York lo condenó hoy a 150 años de prisión.
Un año después de que se fuera a pique la mega estafa por 65.000 millones de dólares, las víctimas todavía se interrogan cómo Madoff pudo engañarlos con su talento y su falta de escrúpulos. El hábil Sr. Madoff tenía muchos rostros.
Siempre vestido de forma correcta, de cabellera plateada, Madoff era apreciado y tenía una actitud campechana. En el club de golf de Florida o en el baile de beneficencia, el ex inversionista de 71 años solía estar rodeado de entusiastas inversores. Ellos le confiaban su dinero, algunos millones o más, y él se ocupaba de procurar intereses increíbles y estables. “Era un vendedor altamente dotado”, recuerda un colega de la bolsa.
Todo eran patrañas. Detrás del hermoso mundo ficticio integrado por una compañía de inversiones en Nueva York, un penthouse en Manhattan y lujosas embarcaciones -algunas de las cuales anclaban en puertos europeos-, se abrió el precipicio: Según los investigadores, Madoff nunca efectuó ni uno solo de los negocios accionarios para sus clientes. En vez de ello, ingresaba dinero fresco de nuevas víctimas mientras les daba supuestas ganancias a los inversores que ya confiaban en él.
Con una sonrisa permanente en los labios, el abuso de confianza de Madoff no parecía tener límites: Hasta su esposa, Ruth, y sus hijos ya adultos, Mark y Andy parecen haber estado al margen de sus procederes. Un estrecho amigo de quien Madoff era testigo de casamiento dijo conmocionado: “No consigo conciliar al Bernie que yo conocía con este otro hombre”.
A la mezcla de encanto y desvergüenza hay que agregarle también la obsesión de Madoff por los detalles. Los inversores recibían minuciosos listados de pretendidas transacciones. Hasta la SEC, ocupada de proteger a los inversionistas y mantener la integridad de los mercados de valores, resultó defraudada por Madoff. “Para él, todo tenía que ser perfecto”, recuerda una ex secretaria suya. “Ningún papel podía permanecer sobre el escritorio”.
Sus víctimas nunca estaban demasiado atentas a sus movimientos, pero Madoff era un detallista obsesivo: La filial de su compañía en Londres era supervisada por él a través de dos cámaras de video desde Nueva York. Allí era considerado uno de los genios de Wall Street, que tuvo un meteórico ascenso desde el distrito neoyorquino de Queens.
Con un capital inicial de 5.000 dólares, Madoff había comenzado su negocio de transacciones bursátiles, luego de haber estudiado política y derecho. Cuando los primeros negocios empezaron a tambalear, inició toda la estafa. “Creí que podría sacar a mis clientes y a mí rápidamente de allí”, había dicho Madoff
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