lunes, 6 de mayo de 2013

La bailarina británica que intentó derrocar al presidente de Panamá

La bailarina británica que intentó derrocar al presidente de Panamá

Fue uno de los intentos de golpe de Estado más extraños del mundo. Los diplomáticos británicos lo describieron como una "comedia mediocre" con la famosa primera bailarina Margot Fonteyn y su esposo panameño de protagonistas.
Trataron de derrocar al gobierno de Panamá con la ayuda de una frívola modelo británica, Judy Tatham.
"Todo fue tan amateur. Lo hizo por diversión", asegura Tatham al referirse a la aventura que protagonizó su amiga hace 50 años.
"Margot pensó que (su marido) acabaría como jefe de Estado y que ella sería la reina de Panamá. Su papel fue romántico. El mío fue ayudar a una amiga", recuerda.
Margot Fonteyn
Margot Fonteyn era la primera bailarina del ballet británico.
Sentada en su casa en el pintoresco campo de la toscana italiana, Tatham, quien ahora tiene 87 años, se muestra dispuesta a compartir las memorias de su famosa amiga y del casi cómico intento de derrocar un gobierno.
Es una de las escasas ocasiones en las que Tatham ha hablado claramente de esos emocionantes y ligeramente aterrorizantes tiempos para la hija elegante de un abogado del norte de Londres.
Su sentido de "las buenas maneras", admite, le impidió hacer demasiadas preguntas.
Eran principios de abril de 1959, y Tatham -como ella misma se describe "guerrera y algo ingenua"- trabajaba en Nueva York donde había conseguido algunos trabajos de modelo gracias a los contactos de Fonteyn.
En aquel momento, la bailarina estaba en la ciudad con su esposo, Roberto "Tito" Arias, hijo del expresidente de Panamá y cuya familia liberal se oponía al gobierno autoritario del entonces presidente, Ernesto de la Guardia.
Los tres se encontaron para desayunar una mañana en el Hotel Plaza de Nueva York.

Una extraña petición

Fue entonces cuando Fonteyn y Arias le hicieron a la joven modelo una extraña petición.
Judy Tatham y Margot en Londres, una semana después del fallido golpe
500 camisas verdes y otros tantos brazaletes. Ese fue el encargo de la pareja a Tatham.
"Me dijeron: ¿puedes conseguirme unas camisas? A lo que respondí que por supuesto, encantada de poder hacer algo por Margot", afirma."¿Cuántas?, pregunté pensando que quizás me dirían 2 ó 3".
"Unas 500", respondió Arias.
Sorprendida pero sin querer parecer maleducada, Tatham preguntó entonces por las tallas.
"Pequeñas, medianas y grandes", respondió.
La conversación se iba volviendo cada vez más extraña.
"¿Y qué colores?", preguntó Tatham. Fonteyn pensó por un momento y tras mirar la alfombra verde del hotel dijo rápidamente: "Así, verde vivo. De ninguna manera caqui".
Pero eso no era todo. Arias y Fonteyn también querían que Tatham usara sus contactos con los vendedores textiles de Nueva York para que les hicieran un número similar de brazaletes para usar sobre las camisas.

"No se habló de revolución"

Ahora era el turno de Tatham para hacer preguntas. Ni Fonteyn ni Arias le habían dado explicaciones sobre lo que tramaban, pero cada vez tenía una idea más clara de lo que se podía tratar.
"No se habló de revolución y yo era muy educada como para preguntar. Pero en ese momento le dije a Tito: 'Si planeas hacer algo, están llegando las vacaciones de Pascua y yo no quiero quedarme fuera. Quiero ser parte de eso".
"Está bien", le respondió casi inmediatamente. "Puedes traer los brazaletes".
Así que encargó las 500 camisas verdes, se las entregó a Arias y fue al taller de un "hombre más bien sórdido en algún lugar del este de Nueva York" para recoger los brazaletes.
Pero mientras Tatham hacía las maletas antes de su viaje a América Central, iba pensando cómo haría para pasar la carga por aduanas.
Mientras va contando la historia se muestra satisfecha con su ingenio y suelta una carcajada antes de continuar: "Estaba caminando por (uno de los grandes almacenes de Nueva York) Macy's cuando vi unas cajas grandes con toallas sanitarias. Así que compré una".

"Comedia mediocre"

De vuelta a su apartamento, sacó los contenidos de la caja, metió los brazaletes en su lugar y partió rumbo al aeropuerto.
Cuando llegó a Ciudad de Panamá, nadie pensó en parar a la joven modelo o preguntarle por qué llevaba tantas toallas sanitarias en su equipaje y fue directa a la casa de la familia de Arias.
Llegada de Margot
El embajador británico en Panamá definió el intento de golpe como una "comedia mediocre".
Durante la semana siguiente, mientras Arias le enseñó su ciudad natal, Tatham no tuvo noticias de Fonteyn.
"Parecía muy rudimentario," recuerda. Salían a comer a "restaurantes muy básicos en la selva" e iban a fiestas. Pero nunca hubo ninguna mención de un golpe.
"Pensé que era de muy mala educación preguntar", dice Tatham. Finalmente, sin embargo, la hermana de Arias, Rosario, sacó el tema para el alivio de Tatham. Pero Rosario le dijo que no se preocupase: "Derrocar presidentes es lo que hace nuestra familia".
Tatham regresó a Nueva York todavía muy confusa por todo lo que había pasado.
Por muy extraño que pudiera parecer, no descubrió hasta años después cuán implicada su amiga Margot Fonteyn estuvo en lo que sucedió en Panamá ni lo que pasó con los uniformes y los brazaletes.
Documentos confidenciales británicos de 1959 publicados en 2010 describen que la "comedia mediocre" llamó la atención del embajador británico en Panamá, Ian Henderson, en las primeras horas del 21 de abril de 1959.
Fue cuando recibió las noticias del arresto de Fonteyn en Ciudad de Panamá.

Delatados por unos pescadores

La bailarina y su esposo estaban a bordo de un lujoso yate en la bahía de Panamá donde debían recoger municiones y hombres para tomarse una autopista principal.
Pero fueron delatados por unos pescadores y tuvieron que huir.
Cuando arrestaron a Fonteyn, Arias estaba a la fuga. Un grupo de estudiantes deberían haber tomado la capital pero se entregaron antes de tiempo y alertaron a las autoridades.

¿Qué pasó después?

  • En 1964, Roberto Arias ganó un escaño en la Asamblea Nacional panameña. Poco después recibió un disparo por parte de un exiliado político. Tras recibir tratamiento en un hospital británico, retomó la actividad política en Panamá en 1967.
  • Por su parte, Margot retomó su carrera y se asoció con Rudolf Nureyev, que era 20 años más joven que ella.
  • Actuó por última vez a principios de los 70, antes de jubilarse para vivir con su esposo.
  • Murió de cáncer en 1991.
Y los rebeldes suministrados por el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, que deberían haber aterrizado en la costa pacífica nunca llegaron.
Henderson escribió en un telegrama oficial que le parece que su conducta "no puede ser la de un ciudadano británico, mucho menos de alguien a quien Su Majestad, la reina, le ha conferido tan altos honores (Fonteyn había sido nombrada "dame" por la monarca).
Con la ayuda del personal de la embajada, la bailarina fue puesta en libertad y se le envió en un avión a Estados Unidos.
Una vez en el aeropuerto, llamó a Tatham. Su amiga la encontró especialmente reservada sobre lo que había pasado. Y, una vez más, Tatham no quiso entrometerse.
Por la insistencia de los diplomáticos británicos en Nueva York, las dos amigas regresaron al poco tiempo a Londres.
"Yo salí del avión por la puerta del piloto y ella salió para atender a la prensa", recuerda Tatham. Imágenes de aquella época muestran a la bailarina serena, tomándose a broma las preguntas insistentes de los periodistas sobre su participación y la de su esposo en el golpe en el extranjero.
"¿Llevaste un arma a Panamá?", le preguntó un reportero. "No voy a responder a eso porque tú puedes adivinar si llevé un arma o no", fue su respuesta.
Tatham nunca regresó a EE.UU., donde dejó atrás amigos, un apartamento y un trabajo.
Ella y Fonteyn discutieron poco después de su regreso a casa y nunca se volvieron a ver.
La bailarina y Arias regresaron finalmente a Panamá donde se establecieron hasta que Fonteyn falleció en 1991.
Más de cinco décadas después, Tatham se resiste a juzgar de manera contundente a la que fuera su amiga.
"Margot no tenía imaginación. No se podía imaginar que nada podría salir mal", asegura. "Para ella, era como un juego, una especie de aventura. Pensó que era emocionante... y lo hizo".

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