Cuentan que un día, Albert Einstein se dirigía en tren de una ciudad a otra, de pronto el encargado del tren comenzó a revisar los boletos de los pasajeros de vagón en vagón.

Sin embargo, al dirigirse al siguiente vagón, el encargado notó que Einstein continuaba buscando su boleto por debajo del asiento, dirigiéndose a él de nuevo le insistió: No se preocupe por el boleto Dr. Eintein, se quién es usted.
Levantando la mirada hacia el encargado, Einstein le dijo: Yo también se quién soy ¡lo que no se es a donde voy!
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